Com cada any l'últim divendres de maig, la setmana passada es van graduar els nostres alumnes de segon de batxillerat. També com cada any, vam assistir a una espectacular desfilada de trajes fabulosos, de tacons de vertigen, de vistosos pentinats, de emotius discursos, però sobretot, de molts nervis. No és per a menys, han acabat el seu pas pel nostre institut i escomençaran una nova etapa repleta de reptes.
Enhorabona a tots i totes!
Ací teniu les fotos de cada grup i el discurs de José Manuel Vilar, professor que va parlar en nom dels tres tutor.
ALUMNES DE 2on B
ALUMNES DE 2on A
ALUMNES DE 2on C
DISCURSILLO DE GRADUACIÓN A LOS ALUMNOS DE
BACHILLER DEL IES SERPIS, QUE EL QUE LO ESCUCHARE O LEYERE SABRÁ DE QUÉ TRATA
Facultad de Filología, viernes 24 de mayo de 2019
Amigas y amigos:
Hola a todos.
Me han
pedido que, como representante de los tutores de segundo de bachiller, pronuncie
un discurso de graduación, y no sé todavía por qué motivo: o confiáis mucho en
mi o me odiáis en demasía; al menos, los organizadores del acto parece que
sí, que no me quieren. Muchas gracias
por no haberme invitado en su momento y a tiempo. «Que les corten la cabeza», gritaría la Reina de corazones en Alicia en el país de las maravillas. Pardiez.
La
verdad es que no sé cómo hacerlo. El discurso, quiero decir; lo de la cabeza es
otra cuestión (bueno, es lo que hay que decir en estos casos).
Recordad
que hasta que no emplee el marcador o conector conclusivo para terminar, que lo es y como ya lo sabéis, no estaré terminando
este discurso, que el que lo escuchare sabrá de qué trata.
Lo
primero de todo era ponerse chaqueta y ponerme bastante nervioso, algo que ya
he conseguido, y luego, pues como si estuviera en clase, porque prácticamente
todos habéis sido alumnos míos. O sea, pegar cuatro broncas y si eso, algo muy
informal y muy caótico o desordenado, como es uno, sin pensar que hay
profesores y familiares: una clase más, vamos. Pues vamos al grano.
En
nombre de vuestros tutores, que somos entre los tres trilingües, es decir, en
nombre de Lurdes, y en el de Sheila, en el de Joan Carles, y en el mío propio, os
damos, en primer lugar, y como diría la copla aragonesa, la despedida, y
también la enhorabuena por graduaros y
terminar vuestros estudios en el Serpis. Enhorabuena y adiós.
Por
fin nos vamos del Serpis: vosotros a continuar vuestra vida estudiantil en
otros lugares, y yo a mi casa, a vivir la vida, que dicen que es bella. Llegasteis
al Serpis hechos unos zangolotinos (o mantecones), y os vais, afortunadamente,
hechos unos bachilleres con derecho al tratamiento de don y de doña (cuando
paguéis la tasa correspondiente, ¡ojo!)
Habéis convivido durante años
con morfemas y oraciones subordinadas, con predicativos y con la pasiva refleja,
que alguien pensó y pensará que se trata de una señora muy vaga que se mira al
espejo (¿lo habéis pillado, no?). Habéis pasado por el instituto con móviles a
toda vela, y decibelios y cuchicheos en el aula, y con mucho móvil y más
móviles, y alguna chuleta, mientras aparecía también un tal Quijote y un tal Cervantes,
la sin par Dulcinea del Toboso y el
ingenioso Quevedo.
Por allí apareció también Unamuno;
pobre don Miguel (alguno cambió aquella cita de Marx del opio del pueblo por el apio
del pueblo), total, por una vocal. Y nos visitaron también Valle Inclán e Isabel
Allende, con sus maravillosas protagonistas; y también Tonet y la tía Picores,
de Blasco Ibáñez, con aquellas palabras alteradas de si un duro costara cuatro pesetas
o un real…o algo así (qué exámenes tan delirantes hizo alguno).
Recuerdo que os tuve a casi
todos en cuarto de la Eso: qué tiempos aquellos. Allí había de todo: alguna choni (así las llamabais) y algún tontérrimo, como diría Forges. Lo
era o más bien lo estaba en aquella etapa adolescente; de esto los padres
sabéis bastante.
Alguna ortógrafa también había (que hoy se
gradúa con matrícula), y algún que otro cráneo sintáctico; incluso había uno
que no hablaba, y había una que sonreía permanentemente, y puede que hasta
durmiendo; y había super-tutores, y
alguna super-deportista, y futboleros
y futboleras; y algún romance surgió allí, y no me refiero a la composición
poética, y algunos me descubristeis el mundo del rap hablando de Blasco Ibáñez.
Y algún super-teacher, como yo (claro
está), también vagaba errante por aquellos andurriales institutiles.
Pero, sobre todo, había mucha gente: buena
gente, y gente buena, que todavía lo sigue siendo, y es que había, en
definitiva, además de hormonas exaltadas, mucha vida, mucho carpe diem, y mucho divino tesoro.
Solo nos faltó soltar una
vaquilla por el pasillo, porque chifle o silbato marinero también lo hubo en
aquellos jolgorios de aula en las tardes de los martes o de los jueves. Desde
entonces formáis parte de mis neuronas: doy fe.
A los de mi tutoría os agradece
vuestro amado líder las interminables horas de tutoría comiendo cacahuetes, y
ese viaje a Menorca con todos los gastos pagados que he soñado que me
regalabais. Felicidades por las dos matrículas de honor y por haber conseguido
los diecinueve el título de bachiller, como Sansón Carrasco, el Caballero de la
Blanca Luna.
El otro día algunas científicas
y científicos me regalasteis un tarjetón de despedida, muy inteligente y muy
cariñoso, mil gracias. Allí me recordabais algunos hechos famosos y fazañas que ocurrieron en el aula en
estos años: lo del chifle marinero, del que ya hablé; la pregunta aquella
(¡vaya preguntita!) de los melones de Añover
del Tajo (de El sí de las niñas);
o la oración le deje claras las cosas a
Clara, Clarita mía (oraciones
descacharrantes que no volverán a los exámenes de lengua; esas no).
También me recordabais lo de la gasolina (de esto mejor no digo
nada). Y otros, ayer mismo, lo de la pistola que apareció en el cajón de la
mesa del profesor; que era de mentirijillas, de plástico, y que yo sacaba a
veces del cajón y aquello era pretexto para no dar la clase correspondiente.
Y también tuvisteis un recuerdo
para el gato (el de nombre lingüístico) que por fin, tras ocho años presente en
las clases del Serpis, también se gradúa hoy (el muy ceporro; y sin dar un palo
al agua). Os aseguro que ha dormitado en estos años sobre vuestros exámenes, y
esta misma tarde ha pisoteado este discurso que ahora os leo.
Bueno, creo que, en definitiva,
algo habéis aprendido, supongo. Al menos que el esfuerzo a veces puede servir
para algo, y que la gramática y la literatura a veces con algo de sorna y guasa
también entran. Y con el tiempo recordaréis el Serpis como un paraíso perdido,
que son los únicos existentes y verdaderos, y entonces comprenderéis de golpe
lo que es la vida y el tiempo (había que decir también algo serio y más
profundo).
Pero de momento iniciáis muchos
la trashumancia a la universidad, y esta idea no es mía, creo, aunque parezca
mentira. Y a través de los cordeles y veredas de la PAU llegareis en breve a
los verdes prados universitarios, Y seguiréis creciendo como personas y como
ciudadanos libres.
Conclusión
Siempre quise decir esto: (y este esto es catafórico; este sí que
sí)
como tutor vuestro que he sido y profesor que lo
fui os debo una explicación,
y
una explicación os quiero dar, como tutor y profesor vuestro que he sido;
pero no os la pienso dar…
Tenía que utilizar estas
palabras disparatadas de una película de Luis García Berlanga (Bienvenido, Mister Marshall), porque
muchas clases han sido auténticas películas y comedias berlanguianas a pesar de mis gritos a veces huracanados, porque también
las aulas son a veces puro teatro (comedia y tragicomedia) como la vida misma…así
que eso, amigos y amigas (¡qué guapos y
guapas estáis hoy!; hasta los profesores estamos hoy más guapos); eso:
SED BUENAS PERSONAS Y SED
FELICES.
Y una vez más, y en nombre de
Lurdes, de Sheila, de Joan Carles, y de este que os habla, como tutores vuestros que hemos sido y casi ya no
lo somos, os damos la despedida y la enhorabuena: Felicidades a todos.
Y para terminar, y como diría
un entrañable filólogo, Manuel Ariza, que visitó alguna vez esta facultad desde
Sevilla y sin ser andaluz, os deseo de corazón
que tengáis mucha suerte en vuestra vida sentimental.